lunes, 4 de julio de 2016

400 AÑOS DE INMACULADISMO


Nosotros el Rector y hermanos de la venerable cofradía de Señores Sacerdotes seculares de S. Pedro ad Víncula, erigida canónicamente en esta Iglesia Parroquial del Príncipe de los Apóstoles, siguiendo el ejemplo de los que nos han precedido desde el 19 de Junio de 1616, decimos: que aunque indignos Sacerdotes y Ministros de aquel Sumo y del todo Santo y Limpio Pontífice Cristo Jesús, y de su Esposa la Iglesia Católica, Santa, sin mancha ni ruga: por la obligación que tenemos de servir y honrar, con toda veneración y devotísima piedad, a la Santísima Virgen María, Madre de Dios, Reina Soberana de los cielos y de la tierra; pues ella es la que a nosotros los Sacerdotes nos ha dado el Pan celestial de vida y el Cordero sin mancha, que cada día ofrecemos en Sacrificio. Por tan­to, para que alcancemos y merezcamos ejercer santa y dignamente el ministerio sacerdotal, y ofrecer tan santo Y limpio Sacrificio con pureza de alma y cuerpo: Primeramente, en la forma y manera que por los decretos de los Sumos Pontífices y de la Santa Iglesia nos es mandado, particularmente: en la Bula de la Definición dogmática de la Inmaculada Concepción de Ntra. Sra., que empieza: Ineffabilís Deus, dada en Roma en 8 de Diciembre de 1854. Creemos y confesamos, que la verdadera y natural Concepción de la San­tísima Virgen María Madre de Dios, en aquel primer instante que el Soberano Criador infundió el Alma en su sagrado Cuerpo, de ninguna suerte le tocó, ni afeó la mancha común de la culpa original, en que incurren los demás hijos de Adán, cuando son concebidos; porque aquella purísima Virgen siempre fue santa, siempre limpia, siempre hermosa y agradable a los divinos ojos del Señor. Y más; a Dios Todopoderoso, y a la misma Soberana Virgen Madre de Jesucristo su único Hijo, y a  su Vicario en la tierra el Sumo Pontífice nuestro Smo. Padre y también al Señor Arzobispo de esta Iglesia de Sevilla, y a sus sucesores, en presencia del Sr. Rector dignísimo de nuestra santa Cofradía, prometemos y juramos por los Santos Evangelios, que en todo tiempo tendremos, profesaremos y defenderemos, que la natural y verdadera Concepción de la Santísima Virgen María fue Pura y limpia y preservada de toda culpa y mancha original, y que ni de palabra, ni por escrito ni de otra manera alguna enseñaremos lo contrario. Más antes procuraremos que todos los fieles cristianos sean instruidos tan Santa doctrina de Fe Católica, y se exhorten y animen a la profesión pública de este Misterio, como a la piadosa celebración de su misma festividad. Sea todo, para mayor gloria de Dios y de la Santísima, Virgen su Madre, servicio de la Santa Iglesia y bien espiritual de nuestras almas. 
Amén.